Friday, January 20, 2006

Se murió...


Me salí a las nueve y media de la mañana a comprar una rosa, llegamos cuando el señor que las vende las estaba desempacando, iba por una pero pedí tres; una color rosa, otra roja y otra como naranja, ésta última fue la que yo escogí, me costó la mía cinco pesos, los pétalos estaban un poco maltratados pero el color me seguía convenciendo, le quitaron las espinas y salí del mercado con mis tres rosas de tres colores diferentes en la mano, un buen detalle sin duda para la que tuviera la gracia de tenerla en sus manos, cuando llegamos, me llevé la mía a mi cubo y la dejé descansar sobre un fólder al lado del cpu de mi computadora, tenía clase, así que me salí y la dejé con la espera y segura de la agradable recepción que le darían... no fue así, no he visto a nadie, pareciera que estoy solo, parece que no se acuerdan de mi, ¿acaso no pueden perder un poco de su tiempo?, ¿asomar la mirada por curiosidad?, ¿a escudriñar el espacio que aparentemente interesa?, ¡no! No fue así, se quedó mirando al techo sin techo, aspirando el aire que le caía sin temor, se bebió la noche y cuando volvió a salir el sol, seguía ahí. No puedo negar que hoy la vi por error, ya no tenía la forma de ayer, ni la humedad con la que llegó, solo la observé y la volví a poner donde se quedó la noche anterior, creo que mañana ya se tendrá que ir, al igual que mi intención, tenía dos cosas para ti... ésta era una... pero ya se murió...

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